martes, 15 de enero de 2013

José María Valverde


 Amo a José María Valverde, su sabia humildad, su lucha desde abajo, a lo Juan de Mairena. Lo amo como el lector de enciclopedias que soy (su Historia de la Literatura Universal), pero sobre todo por su forma tan honesta, sencilla y humilde de contarnos las cosas ("Vida y muerte de las ideas"). Y es, curiosamente, famoso también por su traducción del Ulises de Joyce, pero es que, como él mismo explica, el trabajo con el significante (frente a los significados "altos" y "profundos"), con el "cuerpo" de las palabras (frente al alma tan pura...), es quizás el más digno, por humilde. Y, en todo caso, lo que más amo en él es su reconocimiento de nuestra imperfección como humanos, y su forma de asumirlo como punto de partida. Todo lo contrario de las tendencias formalizadoras (incluyendo en la rama donde trabajo, educación) que, al luchar contra la "imperfección" del lenguaje (y, por tanto, de la forma de comunicación que es la poesía), están pretendiendo negar el hecho de que el hombre es un ser limitado y concreto, están negando al hombre real, de la calle. Lo cual, por supuesto, tiene consecuencias políticas:

"Estar del lado de la palabra es estar del lado de los pobres, de lo "pobre", de lo concreto y lo de todos, y es estar contra el depotismo "de arriba", cuyo arquetipo está en el idealismo del aristocrata Platón" (JMV).

 Y todo esto porque he encontrado unos versos suyos (el poema creo que se llama "Vida es esperanza") que me han entusiasmado:

Nuestra gente habla y dice: «trabajo», «mañana», «pues claro»,
«los chicos», «es tarde», «el jornal», «un café», «no se puede»;
no hay ni cultura europea ni estirpe latina en sus bocas,
sólo el escueto ademán del que afianza la carga en los hombros.
El que es siervo no habla español, ni habla inglés, ni habla nada;
su palabra es la mano de un náufrago que se agarra a las olas,
y las cosas le pesan y embisten sin volverse lenguaje (...).

 Por eso, señores, si existe una literatura de izquierdas, esta será la que no olvida nunca su condición de palabras, en lugar de ocultar su materialidad para que no se revele que ese traje de "grandeza" y "profundidad" que le gusta exhibir es tan sólo una unión de miles de humildes hebras, y que de ahí la maravilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario