viernes, 28 de diciembre de 2012

El "Tuerto" López




 Mi librero bogotano me resume la poesía colombiana contemporánea como una sucesión de "hijueputas", con pocas excepciones, como la de Raúl Gómez Jattin (tras cuya muerte, según parece, los "hijueputas" acudían como buitres para honrarlo). Yo no sé si serán tan hijueputas, pero sí sé que como poetas son aburridos, muy aburridos, "perfectamente mediocres", como decía mi querido Miguel Labordeta. Una falta de riesgo que sorprende más entre los jóvenes, pero qué decir de esto si nací en la madre patria...

 Sí ha habido en Colombia, por supuesto, algunos poetas con destellos de pasión y de originalidad (y algún crítico muy inteligente, como William Ospina en su ensayo "Por los países de Colombia"). Entre ellos, destaco a Luis Carlos "el Tuerto" López, que me hizo conocer este mismo librero. A modo de elogios, citaré algunas de las críticas que le hicieron en su tiempo: “simple versificador de chistes”, “grosero y audaz”, “sonetista pueblerino". Suena bien, ¿verdad?

 Os dejo con uno de mis poemas favoritos, un soneto que maneja con increíble genialidad los recursos para dar la máxima potencia a su sátira. A su lado, las celebradas cursiladas de José Asunción Silva (salvemos su famoso "Nocturno", eso sí) invitan también a agarrar un fusil...



Tarde de verano

La sombra, que hace un remanso
sobre la plaza rural,
convida para el descanso
sedante, dominical…

Canijo, cuello de ganso,
cruza leyendo un misal,
dueño absoluto del manso
pueblo intonso, pueblo asnal.

Ciñendo rica sotana
de paño, le importa un higo
la miseria del redil.

Y yo, desde mi ventana,
limpiando mi fusil, me digo:
--¿Qué hago con este fusil?

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