martes, 26 de marzo de 2013

Guitarra y tambor


    














SI TIENES UN AMIGO QUE TOCA TAMBOR

Si tienes un amigo que toca tambor
Cuídalo, es más que un consejo, cuídalo.
Porque ahora ya nadie toca tambor,
Más aún, ya nadie tiene un amigo.
Cuídalo, entonces,
Que ese amigo guardará tu casa.
Pero no lo dejes con tu mujer, recuerda
Que es tu mujer y no la de tu amigo.
Si sigues este consejo, vivirás
Mucho tiempo. Y tendrás tu mujer
Y un amigo que toca tambor.
 
(Manuel Morales)

miércoles, 13 de marzo de 2013

Un Papa latinoamericano: la última victoria de Colón


  Llegaron los españoles y dijeron: desde ahora sois súbditos del Rey de España y del Dios de los Cristianos. Con las armas lo consiguieron: tres siglos de dominación política. Con las letras consiguieron mucho más: cinco siglos después, el Súbdito Supremo de Dios es nacido en la América Española y Cristiana. Felicitaciones.

martes, 12 de marzo de 2013

Poesía, lenguaje, poesía social, Caribe, Adidas

 Una "obra de arte pictórica" no es otra cosa que un sancocho de pinturas tiradas sobre un pedazo de tela, vinieron a decir los impresionistas, que luego fueron tomados muy al pie de la letra por pintores posteriores, tipo Pollock:


 Algo tan obvio tomó tiempo, mucho tiempo, en ser comprendido, cegados como estábamos por idealismos platónicos. Del mismo modo, se tardó tiempo en entender que la poesía es, antes que nada, un asunto de lenguaje, de combinar palabras. Para entonces estaba empezando a gestarse una reacción que, sorprendentemente, se pensó como revolucionaria: la poesía temática, por así llamarla, aquella en la que el tema parece estar por encima de las palabras con que se expresa. O, para entendernos y simplificarlo, la poesía social.

 En realidad, sí creo que parte de la poesía social fue revolucionaria, pero lo fue, al contrario de lo que se piensa, por una cuestión de lenguaje, porque revolucionó el lenguaje poético al acercarlo al habla coloquial y darle todo el vigor de lo popular y carnavalesco. Por el contrario, cuando se abandonaba lo más humilde y concreto, lo más terrenal, que es el lenguaje, en aras del idealismo  autoritario, se escribían unos poemas-panfleto que, además de tener una pésima calidad literaria, resultaban políticamente conservadores, por más que allí un Roque Dalton o un Gabriel Celaya exaltaran la lucha de los pobres.

 El lenguaje nunca es neutral, esta es la lección que tenemos que tener muy en cuenta ahora que, parece, se acerca una nueva ola de poesía social en España. Y para ejemplificarlo quizás podamos aprender de la poesía anglófona del Caribe. Veamos cómo un conocido poeta jamaicano residente en Inglaterra, Linton Kwesi Johnson, expresaba su rechazo a las políticas racistas de Margaret Thatcher:

       "Maggi Tatcha on di go
        Wid a racist show
        But a she haffi go
        Kaw,
        Right now,
        African
        Asian
        West Indian
        An’ Black British
        Stan firm inna Inglan
        Inna disya time yah"

 

 "Inglan is a bitch", resume el poeta, pero la fuerza de la frase no recae tanto en la palabra "bitch" ("puta") como en la palabra "Inglan", derivación caribeña de la palabra "England". ¿Os imagináis este poema escrito en "perfecto" inglés estándar? Sería no solo contradictorio, sino también contraproducente: una forma de dar la razón a las políticas asimilacionistas que proclaman la supremacía de lo estandarizado, que consideran lo santificado por el poder como lo "normal"... En el contexto del poeta, escribir "Maggi Tatcha" es la mejor manera de resistir las políticas racistas de "Margaret Thatcher".

 Se trata, por tanto, de una cuestión de lenguaje. Y es que la lucha social, en poesía, no es otra cosa que una lucha de palabras. Lo que no es poca cosa... ¿Cómo ha conseguido el "neoliberalismo" de los poderosos dominar el mundo? A veces a través de las armas, sí, pero mayoritariamente a través de las letras, del arte, que en su caso encontró su mejor expresión en la publicidad, la mejor manera de "contagiarnos de su poder" sin darnos ni una pizca de su poder...

lunes, 11 de marzo de 2013

Chávez desde un país vecino


 Interrumpen la clase para contarme la noticia de la muerte de Chávez. Estamos en la isla de Trinidad, a sólo 11 kilómetros de Venezuela, y la noticia causa mucho impacto. Decido utilizarla como tema de clase, y de repente me encuentro rodeado de furibundos antichavistas. Una estudiante intenta matizar las opiniones de sus compañeros diciendo que en realidad nunca hemos recibido noticias imparciales sobre el recién fallecido, que no conocemos lo suficiente la realidad de Venezuela. Le pregunto cómo es posible, siendo que somos vecinos, y su brillante respuesta lo aclara todo: "en realidad somos más vecinos de Estados Unidos que de Venezuela".

 Pero hay datos objetivamente irrebatibles, señala otro estudiante, convencido de que en Venezuela hay una dictadura, y señalando como prueba el hecho de que el gobierno venezolano haya sacado al ejército a las calles en la noche en que murió su presidente. Un estudiante, sí, de Trinidad y Tobago, donde hace sólo un año se declaró un "estado de emergencia" (con toque de queda incluido) por el cual, y durante cuatro largos meses, los soldados patrullaron en las calles con poderes especiales y derechos constitucionales suprimidos.

 A los pocos días, hablando del tema, una de las muchas venezolanas que viven en Trinidad (en su gran mayoría antichavistas), mostraba su alegría por la muerte de Chávez quien, según ella, todo lo hizo mal en su país, a diferencia de la próspera isla de Trinidad. Unos minutos después, hablando de unas fiebres de su hija, se quejaba con amargura del sistema sanitario trinitense, y respiraba aliviada al decir que al menos puede ir en verano a Venezuela para que el sistema público le haga una buena revisión de salud a toda la familia.

 Abordar el tema de Chávez en una clase de lengua tiene mucho sentido. Cuando rebato la idea, espeluznantemente común, de que Chávez era un dictador, algún estudiante me pregunta si soy chavista. Y yo le respondo: no soy chavista, pero soy lingüista. Y basta ser lingüista para asegurar que en Venezuela no hay una dictadura, sino una democracia (al menos en el sentido en que los países occidentales usan la palabra). Aparte de esta constatación, es difícil tener alguna otra opinión firme, no por falta de información, sino por exceso de información manipulada. Basta con ver la recopilación de portadas de periódicos españoles sobre la noticia (hecha por Público):


  Desde luego, un disparate insultante. En lugar de decir que habrá elecciones en un mes, donde los venezolanos elegirán libremente al nuevo presidente, manipulan los datos para hacernos creer que estamos ante una dictadura. Casi se diría que el más suavecito es "El Mundo", que al menos habla de "campaña electoral" y, por lo tanto, reconoce la existencia de elecciones. Pero los titulares de "La Vanguardia" y de "El País" (de "La Razón" ni hablamos, ya sabemos los monstruos que produce) son especialmente manipuladores y sangrantes. Recuerdo el brillante título de aquel libro de Jorge Riechmann, "El día que dejé de leer El País", de hace ya quince años. No es de extrañar la conexión entre "El País" y el PSOE, dos organismos que han hecho más daño a la izquierda que todos los titulares de "La Razón" y tertulianos de "Intereconomía" juntos.

 Quizás en este caso también sea suficiente la lingüística para asegurar que los cuatro, "La Razón" e "Intereconomía", el PSOE y "El País", no son sino diversas formas de representar la derecha oligárquica.

domingo, 10 de marzo de 2013

Cónclave



                     "Me repugna lo hueco,
                     La afición al misterio,
                     El culto a la ceniza,
                     A cuanto se disgrega."

               (Oliveiro Girondo for Daddy!)

Poesía, amor, Roberto



Poesía contemporánea: cómo decir te quiero sin que se note, creer que no.

Algo de Roberto, Bolaño:

Tal vez no ame a nadie en particular   dijo
mientras miraba a través de los cristales
(La poesía ya no me emociona) - ¿Qué?   Su amiga
levantó las cejas   Mi poesía   (Caca)
Ese vacío que siento después de un orgasmo
(Maldita sea, si sigo escribiendo llegaré a sentirlo
de verdad)   La verga parada mientras se desarrolla
el Dolor   (Ella se vistió aprisa. Medias
de seda roja)   Un aire jazzeado   una manera de hablar

sábado, 9 de marzo de 2013

Adoración


                   Los gobiernos adoran a los súbditos que callan
                   Les rinden culto en los templos comerciales
                   Los centros comerciales son el latido de la ciudad
                   Mi corazón late con fuerza en las filas del Zara
                   Me gusta cuando late porque está como ausente
                   La ausencia es un símbolo de las rebajas
                   Las rebajas son un símbolo de ropa más barata
                   Me gusta que la ropa sea más barata durante la crisis
                   Es de justicia y me hace feliz

jueves, 7 de marzo de 2013

Para qué leer (2)


          - ¿Y tú qué estudiaste?
          - Administración de empresas
          - ¿Y eso para qué sirve?
          - Para administrar empresas
          - ¿Y eso para qué sirve?
          - Para ganar mucho dinero
          - ¿Y eso para qué?
          - Para comprar muchas cosas caras
          - ¿Y para qué?
          - Para ser feliz
          - ¿Eres feliz?
          - ¿Y eso para qué sirve?

Bricolaje



                       Cuándo estaremos, mi vida,
                       como los pies del Señor:
                       el uno encima del otro
                       y un clavito entre los dos.

                      (Copla popular)

miércoles, 6 de marzo de 2013

Educación y democracia



 ¿Por qué el mundo no se mueve al ritmo de las ideas "bonitas"? O no lo suficiente... Esta es una pregunta adolescente que me solía hacer cuando era adolescente, y ahora también. Pongamos por caso: estudias en la clase de historia que hace más de doscientos años triunfó una revolución que decía "libertad, igualdad, fraternidad", y luego en casa escuchas al presidente de turno elogiar la democracia y el pack completo (educación, diálogo, libertad, igualdad, etc.). Entonces, ¿será que ya hemos ganado y ni cuenta nos dimos?

 Luego viene la realidad. Y una de las claves es esa, descender a lo concreto, al mundo de las sombras, y que muera Platón. En mi caso, de lo más concreto, y a veces sombrío, que me rodea es mi trabajo como profesor de universidad. Veamos: en las clases de humanidades no hay profesor que no clame contra el autoritarismo y en favor del pensamiento crítico y la democracia. De hecho, viven (y bastante bien) de ese discurso. Pero... ¿cómo lo enuncian? De forma autoritaria y profundamente antidemocrática. Y con miedo, parapetados en su estrado como en una barricada, asegurándose de que la corbata esté bien cargada. Lo he escuchado así, literalmente: "el estudiante es el enemigo". Que escuchen, que apunten, pero que no disparen, que ellos tengan todavía más miedo, se trata de instaurar la guerra fría en la clase. A lo mejor en una clase que trata sobre la importancia del diálogo y la confianza (siéntanse libres de hacer preguntas al final de la charla).

 A veces pienso que estas actitudes son más dañinas que los tertulianos de Intereconomía. En serio. Porque si pones esa cadena (esperemos que luego tires de ella), ya sabes lo que vas a encontrar: un discurso autoritario a favor de la autoridad de los poderosos, tiene su lógica. Es más grave el problema cuando los que se presentan como alternativa resultan tener los mismos medios para imponerse (y, ya sabemos, el medio es el mensaje). De hecho, también parecen tener los mismos objetivos: imponerse.

 Entonces, y ya que hay que ser concretos, ¿qué puedo hacer mañana en clase para no fomentar la continuidad de las injusticias del sistema, para ayudar a la formación de personas más libres y críticas? No es fácil la respuesta, y no siempre tiene uno el tiempo o el humor para replantearse cada día el sistema para-contra el que uno trabaja. Pero, sin duda, vale la pena. Acaso sea lo único que valga la pena en esta profesión, lo único que no se puede encontrar en Wikipedia.

 Trabajemos con el concepto de "democracia". A poco griego que uno sepa, o practique, se dará cuenta de que la palabra "democracia" no tiene relación alguna con votar cada cuatro años a uno o a otro partido político. ¿Cómo les explico a mis estudiantes lo que debería ser la democracia, el poder del pueblo, que las personas participen en las decisiones que les afectan? Pues, sencillamente, dándoles el poder, haciendo que ellos dialoguen y decidan las cuestiones más importantes de la clase, incluyendo la forma de hacer (o no hacer) exámenes. Y luego decirles: esto es democracia, ¿es así cómo participáis en las decisiones del Gobierno?

 En el último semestre ideé un sistema basado en el 15-M, donde los estudiantes formaban distintas comisiones de trabajo (desde la comisión de evaluación hasta la de asuntos exteriores) en las que, tras informarse del asunto en el que se especializaban, dialogaban con sus compañeros de comisión hasta dar forma a una serie de propuestas. Luego pasaban a explicar sus conclusiones a toda la clase, constituida como asamblea que discute, enmienda y finalmente vota cada propuesta, hasta que de este modo obtenemos el conjunto de "leyes" por las que todos nos regiremos en la asignatura, incluyendo el profesor (que es un votante más). Finalmente, cada comisión será la encargada de aplicar sus propuestas en las clases venideras. Considerando que, en mi caso, todo esto lo tienen que hacer en español, siendo anglófonos, el reto es doble, y dobles son también sus beneficios.

 El resultado, yo creo, ha valido mucho la pena, aunque sólo sea por el ambiente que se crea en la clase. Y por lo que uno disfruta. Claro que también hay varias, e importantes, dificultades, como la existencia de estudiantes (iba a decir: ciudadanos) apáticos, o que piensan que eso es trabajo del profesor (iba a decir: del político), o que finalmente acaban siendo más conservadores en sus decisiones que un profesor tradicional. También, todo hay que decirlo, a veces es cansino aplicar la democracia, y uno tiene tentaciones de tomar un camino más "recto" (en los tres sentidos de la palabra), sobre todo cuando en ocasiones la clase se convierte en un pequeño caos. Pero de los errores se aprende a mejorar el proyecto, cuántas veces decimos a los estudiantes que se arriesguen a cometer errores, mientras nosotros queremos dejarlo todo bien atado. Vale la pena experimentar, abrirse a las posibilidades, intentar crear una chispa para el cambio.

 O, más bien, considerando lo que decimos, y lo que ganamos por decirlo, intentarlo es nuestro trabajo, nuestro imperativo moral.